7 de agosto de 2014

Espero

Una puerta
una escalera a oscuras,
y un par de tubos fluorescentes
titilando en el fondo.
Es una de esas noches
que nos toca salir a dar vueltas
por una ciudad que no conocemos
y nos dejamos guiar
por los carteles brillantes
de los restaurantes
y por el sonido lejano de una música
ardiente e imprecisa sonando
a la vuelta de alguna esquina.
Perseguimos aquella que
más nos atrae
por su fogosidad,
por su viveza.
Y llegamos al escenario donde
 bailan un par de mujeres
 la melodía chirriante
de una cumbia
mientras tan solo un hombre
se atreve a danzar en la pista.
Olor a perfume barato, pisco
y rouge.
Un mozo de barra.
Me río
-nunca puedo evitar reírme-
y nos vamos.
Espero que no caigamos
en la ilusión perversa

que ofrecen los casinos. 

6 de junio de 2014

Nota del día

Con el movimiento impensado
de todos los días
abro la puerta de casa,
la del hall más precisamente,
y camino sin mirar nada.
Paso por el pasillo de los ascensores
y a un piso por escaleras
noto que el primer ascensor
está fuera de servicio.
El estado de la situación
lo dice todo.
Bajo y lo miro
ahí parado
con la puerta abierta
y las luces apagadas
para que ya nadie lo confunda
por un ascensor andando,
para que ya todo el mundo
-bueno, todos los vecinos-
sepa de su inservible existencia
en este momento dado.
Probablemente
todos lo ignoren al pasar a su lado
hasta que lo arreglen
y vuelva a repetir inagotablemente
su condición de subir y bajar,
subir y bajar
nada más.


5 de mayo de 2014

2 a.m.

Caminamos.
Las olas siguen
yendo y viniendo,
como siempre.
La arena está húmeda,
el aire algo viciado.
Y estamos
-o quizás solo yo,
pero pienso que los tres-
confundidos.
Dejando atrás la neblina,
dudo sobre la duda misma
y pienso en la posibilidad de que
el río que acabamos de cruzar
desaparezca
en este instante.
Ya quedaron atrás
el jolgorio y los danzantes
del silencio,
de la noche.
Pienso que es temprano
pero ya pasaron
una
dos
mil botellas.
Nos sentamos,
hablamos con los ojos
y entendemos
perfectamente
por qué nuestras huellas
siguen intactas
aun cuando las tapan
las olas.