13 de diciembre de 2013

Incendios

En la ruta nueve un auto
se incendia
hundido en el pasto crecido
a unos pasos de la banquina.
Hace crecer llamas furiosas
desde adentro.
Los noticieros anuncian
con un cartel rojo prendido:
“Alerta”.
Costanera Sur está en llamas.
Hoy todo quiere desintegrarse,
quedar hecho trizas.
Unos niños caminan al borde
de la colectora
sin dirigirse a ningún lugar,
dando pasos cansados. Uno lleva
una botella de gaseosa casi llena
que de mano en mano no sabe
cómo agarrarla.
El auto está ardiendo
bajo el sol
perdido en el pasto,
no pide auxilio.
Pasan otros autos por la ruta
como si nada
yendo a ninguna parte.
Y por qué no paran
a mirar, por lo menos,
si algún cuerpo se encuentra
adentro.
Quince dotaciones de bomberos
tratan de controlar la furia
de la Costanera.
La gente pasa llamando a la lluvia.
Nadie se ha detenido en la ruta.
Hoy todo será cenizas.
No alcanzarían todos los fumadores
de Capital Federal para juntar
las cenizas que van a quedar
después de este día de incendios.
Nadie se ha parado en la ruta y el auto
todavía quiere dibujar
el cielo con sus llamas.
Los niños caminan por la colectora,
quizás en algún momento se enteren
de que en la Costanera Sur hay un incendio,
pero nunca se enterarán
del auto consumiéndose en la ruta nueve.
El noticiero anuncia que han detenido
a un indigente
sospechoso de haber prendido fuego
la Costanera Sur.
Pero los noticieros pronto se olvidan
de estas noticias
y ya no importa qué le pasó al pobre hombre
que por sospecha lo detuvieron
y a nadie, tampoco, nunca le importó
qué pasó con el auto en la ruta nueve
si llegó a ser cenizas, si su dueño
se encuentra con vida.

1 de diciembre de 2013

Paseo

La calle está que suda humedad.
Por las tapas de las alcantarillas
sube humo caliente y denso.
Paso tras paso
entramos en la neblina
y en la oscuridad de los faroles
amarillentos del Centro.
Lo único que puede acompañarnos
en este momento
es la soledad de un lugar que
de día retumba y de noche
se vuelve desierto.
Se escuchan a lo lejos
como susurros
risas y llantos mezclados.
Y entre medio nos cruzamos
con los personajes que viven
en la medianoche
-o que nunca duermen-
Pero no vemos personas
sino siluetas, sombras que pasan.
Un hombre toca la flauta
vestido de blanco.
Es el ángel de la madrugada.
Creo haberlo visto
con la misma flauta y la misma ropa
otro día a las tres de la tarde.
El cemento está lleno de gotas de sudor
y podemos ver en el aire
la densidad de la noche
a cara lavada.

2 de agosto de 2013

Retrato con naturaleza muerta

Con los ojos en el suelo
el paso hace avanzar los dibujos
de las baldosas gastadas,
algunas rotas, otras manchadas.
Las líneas se separan y unen
formando semicírculos y
figuras imprecisas.
Si el paso avanza,
desaparecen algunas ranuras
quedando solo algunas filas marcadas.
Y si el cuello duele,
hay que levantar cabeza
y mirar los árboles, quizás.
Mirar sus copas que ya no son copas.
Son ramas que se separan
y unen, hojas que se caen y reinventan
dando la ilusión de que algunos
hombres diminutos se encuentran
sobre ellas, bailando y cantando.
Y si uno mira al frente,
en la ciudad atestada de personas,
de edificios que quieren tocar el cielo,
ventanas que se repiten
una tras otra, cables merodeando los techos,
palomas divagando y entre todo eso,
si uno tan volado no está,
puede  advertir
que el horizonte se ha perdido, que
por más que uno rebane los edificios
y vacíe las calles, siempre hay más.
Más cosas que se repiten una tras otra:
tachos de basura, faroles, kiosquitos,
parquímetros, cabinas de teléfono,
carteles, persianas, adoquines,
adoquines
y adoquines.

27 de junio de 2013

f

Hoy vi la larga fila extenderse hacia allá lejos
La fila de personas que enfilaban la espera
Los filados esperan la espera
Pero, yo no quiero ser filada en la fila
De la espera si la vida en sí espera.

No quiero que me coloquen tras de nadie
En la fila de los filados esperando
Quiero esperar primera sin ser filada
No entiendo para qué tanto numero si al final
A la fila y los filados no nos toca más que la espera
Que la vida, que también espera

Prefiero dar la vuelta y correr para desesperar o
Enfilar sin darme cuenta de que en fila espero
O para colarme en la fila de los filados que esperan
La espera, la vida y ser siempre la primera
Hasta que alguien pase por esta espera
Y me espere


12 de abril de 2013

Sepia

Las tazas de café sobre la mesa
y el reflejo en la pava
bañados por esa luz amarillenta
de las cinco de la tarde
que transforma la cocina
de mi abuela
en una enorme foto vieja.
A esta hora
se pueden ver
en las baldosas
las huellas de mi madre
cuando dio sus primeros pasos.

12 de febrero de 2013

Marea


La marea viene y se va
Todo el tiempo llega
Para irse
No sé por qué lo hace
Ni a dónde se dirige
Solo se que viene
y va
siempre
Algunas veces llega y
Deja dicho algo
Como el canto de las gaviotas
Un mensaje de cielo y lago
Que queda por días
En el viento, volando

La marea viene y se va
Cuando hay viento
Llega con furia
Y huye casi sin querer hacerlo
Tratando de agarrar la orilla
Huye sin  decir adiós
Cuando el viento está suave
Acaricia la marea
Con delicadeza  la arena

Cuando viene la marea
Quiero guarecer en su espuma
Cobijarme en las olas
(en esas
las primeras que se ven,
las que se acercan)
Y así en la profundidad
Quiero que me cuente al oído
Todos sus secretos
Secretos que vienen y se van
Secretos de cielo y lago.